cabecera-boletin-Cuenca, Ecuador…28 de Agosto de 1988…Una experiencia de amor nace en esta ciudad, una experiencia que cambiaría la vida de miles de personas a lo largo del tiempo, de ese tiempo que pasa inexorable, que no se detiene, que hoy, cumple 30 años. El amor de María Madre Santísima, la Guardiana de la Fe, llegaría para quedarse, para conducir a sus hijos en un caminar dictado por el Padre, querido por el Hijo, iluminado por el Espíritu Santo, para transformar vidas, fortalecer la fe, acrecentar el amor y el servicio hacia la Iglesia, sensibilizar a los hombres y mujeres con los hermanos y hermanas más necesitados, para derruir la indiferencia, afirmar los valores, crecer en las virtudes, defender la vida en todas sus etapas, para seguir el camino que lleva a Dios.

Generaciones han pasado en estos años, algunos comenzamos en la juventud y conocimos a Dios, transformó nuestra vida y nos cambió el rumbo, nos llevó por un sendero en el cual el amor de nuestra Madre fue calando hondo en nuestros corazones, formamos hogares y vimos nacer a nuestros hijos en un ambiente donde la presencia de Jesús y de su Madre han sido fundamentales, nos han dado la mejor armadura para poder luchar en el mundo en contra de la corriente y transmitir a nuestros hijos, a las nuevas generaciones, que con Dios se puede y se debe caminar, que a su lado y al de su madre, todo se vuelve más llevadero, la carga se hace más liviana y se la vive con amor.

Para quienes comenzaron estos 30 años en una edad más madura, fue un afirmar esa fe sólida de las antiguas generaciones, de ese amor a Dios en todo lo que hacían, de esa época en la que las familias vivían alrededor de la fe, quizá muchos hoy ya no están con nosotros, pero seguro estarán ya gozando de la vida eterna, de la presencia de Jesús y María, junto a Dios Padre, velando y orando por los que estamos aquí.

Sin saberlo, pues los caminos de Dios son así, son un constante descubrir, en 30 años el manto de amor de María Guardiana de la Fe, ha crecido y se ha expandido por el mundo, aquella caricia de amor, de conversión, de fe, va llegando cada vez más lejos y más lejos. Su pedacito de cielo en el Santuario Arquidiocesano en el Cajas, su jardín, un lugar que llena y conmueve, ha sido testigo de la visita de sus hijos venidos de muchos rincones del mundo, en él han recibido gracias y bendiciones, paz y esperanza, conocido y experimentado la presencia de Dios y de su madre, de nuestra madre, han regresado a sus hogares siendo portadores de la fe. Y hoy, al cumplir 30 años de gracias y bendiciones, es necesario agradecer al cielo por tanto que hemos recibido, y a la vez, se vuelve imperativo que, al haber alcanzado la madurez, así como lo hizo Jesús al cumplir sus 30 años de vida, salgamos, llevemos a cada rincón donde vayamos el mensaje de amor, la buena nueva, que seamos capaces de retribuir todo lo que se nos ha dado, que seamos reflejo vivo del amor de Dios, que seamos portadores de la dulzura de María Guardiana de la Fe, que defendamos y valoremos la vida, que demos a conocer la verdad, el camino y la vida, que demos a conocer a Jesús. Que María nuestra madre, Guardiana de la Fe, nos conduzca de su mano, nos cobije siempre bajo su manto sagrado, nos lleve con paso firme y seguro al encuentro con el amor de los amores, al encuentro con su hijo Jesús.

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